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domingo, enero 1





Uno de enero  en el hospital.

Las fiestas...
han dejado casi vacías...
las habitaciones del hospital
y en el largo pasillo
que brilla casi como un espejo,
reina el silencio.
No hay  madres,
esposas,
hijos...
con cansancio
en las puertas de las habitaciones,
ni tan siquiera hay dolor,
solo camas
perfectamente alisadas.
Las enfermeras repasan
historiales en su habitáculo.
No suenan timbres,
ni  hay enfermos
que paseen por los pasillos.
De vez en cuando una silueta
blanca se ve empujando
el artilugio de tomar la tensión
mientras a lo lejos...
las señoras
de la limpieza se afanan
en acabar su trabajo
en un día
en que el año empieza.
Refunfuñan
por tener que venir este día
pero...se alegran
de tener trabajo.

Y yo... me extraño del silencio,
del enorme y extraño silencio.

Dentro de unos días...
Cuando las fiestas se apaguen...
regresará el dolor
a las habitaciones,
y  el cansancio
en los rostros
de las esposas,
madres o hijos...
que ocupan las puertas
de ese  dolor que gime
en las habitaciones
y con ese dolor...
reaparecen
los timbres y...
el volar de las enfermeras.

Y yo...ya no me extrañaré
del silencio porque
el hospital...
volverá a ser el Hospital.