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sábado, mayo 28

EL DRAGO (ICOD DE LOS VINOS)

 

DRAGO. (Icod de los Vinos)

Hace un tiempo que el  blog El árbol de Diana su propietaria realizó una serie de entradas en las cuales se venia a mostrar algunos árboles que ella (Cecilia) creyó se deberían conocer algo más de ellos. Hoy he querido corresponder de alguna manera dando a conocer algo de este árbol fabuloso.

Este árbol colosal que ya me llamó la atención la primera vez que lo vi en los antiguos billetes de 500 pesetas es un presumido pues nadie sabe con certeza cuántos años tiene. 6.000 o 600, da lo mismo.  Lo que sí sabemos es que puede alcanzar los 20 metros de altura, un perímetro de 16,40 metros y un diámetro de copa de unos 20 metros.
Uno de los Dragos más importantes se encuentra en  el  pueblo de Icod de los Vinos (Tenerife)
Este árbol es el orgullo de Icod donde  es visitado  por miles de turistas lo que añade una rentabilidad económica a su importancia biológica.

Leyenda

Cuenta la leyenda  que en una tarde en la remota antigüedad, cierto navegante mercader llegaba de las costas mediterráneas en busca de sangre de Drago... producto muy en boga y de gran importancia en la elaboración de ciertas preparaciones de la farmacopea, y desembarcó por la playa de San Marcos, de Icod de los Vinos para llevar a efecto su lucrativo propósito.
Estando ya en la playa sorprendió allí a unas infantas o damas de esta tierra, que conforme al rito tradicional se bañaban solas en el mar aquella tarde veraniega.
El intruso navegante las persiguió, logrando apoderarse de una de ellas. Esta trató astutamente de conquistar el corazón del extraño viajero para mejor buscarlo y lograr huir, y mostrándoles signos de consideración y amistad les ofreció algunos hermosos frutos de la tierra.
Para aquel navegante que venía detrás de la sangre del Drago, y traía metido en la imaginación y en el alma el mito helénico de las Hespérides, los frutos que aquella dama de esta tierra le ofreciera, pudieron muy bien parecerle las manzanas del mítico jardín. Mientras el comía gustosamente desprevenido, la bella aborigen saltó ágil al otro lado del barranco, y a todo correr huía hacia el bosquecillo cercano escondiéndose tras la arboleda.
El viajero sorprendido en principio trató de perseguirla de cerca, pero vio con sorpresa que algo se interponía en su camino, que un árbol extraño movía sus hojas como dagas infinitas, y que el tronco parecido al cuerpo de una serpiente se agitaba con el viento marino y entre sus tentáculos se ocultaba la bella doncella guanche.
El navegante lanzó el dardo que llevaba en sus manos, contra lo que a él se le figuró un monstruo, con gran miedo y asombro y al quedarse clavado en el tronco, del extremo de la jabalina empezó a gotear sangre líquida del Drago.
Confuso y atemorizado el hombre huyó laderas abajo, se metió en su pequeña barca y se alejó de la costa; porque iba pensando en su corazón, que había sorprendido en el jardín a una de las Hespérides.  a la que salió a defender el mítico Dragón. (Las Hespérides  eran las ninfas que cuidaban un maravilloso jardín en un lejano rincón del occidente, situado cerca de la cordillera del Atlas en el norte de Africa al borde del Océano que circundaba el mundo)