LAS HERIDAS…SIEMPRE DUELEN.
Dicen que el tiempo cura las heridas pero…
no es verdad, solo las cubre de feas cicatrices.
Las heridas siempre quedan agarradas a las
entrañas. ¡Las heridas… siempre duelen!
Y era yo quien con conchas y los dedos de la mano escribía sobre la arena húmeda.
Y escribía tu nombre y mi nombre y los enlazaba con gotas de esa espuma que incansable me traía el mar…? Mi alma sigue persiguiendo un sueño, una utopía. Una constelación de estrellas bella, luminosa y lejana.
Nunca fui capaz de olvidar el olor de tu piel, el sabor de tu boca y esa luz brillante y hermosa de tus ojos. Tampoco olvidé el recuerdo de cada estrella que miramos juntos, el recorrido de la luna en aquellas noches que el amor nos convirtió en el eje del universo y sobre todo nunca logré olvidar el calor de aquel sol que nos abrasó cuando mis ojos se llenaron de ti.
¿Sabes que esta brisa que acaricia mis mejillas tiene la inigualable suavidad de tu piel y la cadencia melodiosa de tu voz?
Sabes que tu risa es el canto que sueño y ese placer infinito de este mi mundo sin ti…?
A pesar de que la soledad me ronda como un mastín enfurecido… al cerrar los ojos te veo cruzando la calurosa calle y sé que igual que yo…caminabas llevando tatuado en tu alma con gotas de un deseo infinito el temblor que nos recorría desde los pies a la mente haciendo que para mi desapareciera el mundo y lo único importante fueran tus manos, tus labios y tu casi verde delicioso mirar.
Cuando marchaste adentrándote en tu irreal campos de amapolas…dejaste tras de ti esas heridas que el tiempo no cierra, solo las recubren poco a poco con cicatrices que siguen doliendo como demonios.